En esa línea fluyeron, casi sin querer, las semblanzas de mi post anterior dedicado a la Uni de Tarragona. Estoy seguro que ahora al hablar de nuestros profesores pasará lo mismo, anécdotas incluidas. Unas vividas en primera persona, otras también pero recordadas por algún compañero, y unas pocas, las menos, ajenas y contadas por terceros, pero todas con un nexo común: fueron muy disfrutadas.
En tres años de convivencia son muchas las horas de estudio, muchas las asignaturas y muchos los profesores que estuvieron con nosotros. Ha pasado demasiado tiempo para recordarlo todo. La convivencia en las clases era muy normal, como no podría ser de otra manera, hasta repetitiva, muy sencilla, pero a veces se rompía la monotonía y se provocaban situaciones, unas cómicas, otras no tanto, con las que aún sonreímos desde la distancia.
¡¡Son tantos los buenos ratos pasados en aquellas aulas¡¡ . Situadas en los bajos de nuestro propio Colegio, el Jaime Balmes, eran nuestro centro de operaciones, con ligeras incursiones al recinto intercolegios, al lado de los campos de deportes, un conjunto independiente como ¡¡chalets adosados¡¡. ¿O fue a la inversa? ¿O al unísono? Que más da, a cada promoción le tocaba la distribución de sus clases de manera diferente pero todos pasábamos por el mismo aro. Hace poco me recordaba un gran amigo de esos años como estábamos colocados en aquellos pupitres llenos de historia, nuestra historia, que si pudieran hablar ……. Y empezaba a enumerar como si tal cosa: Calleja (“Pano”) y García-Casarrubios, sentados en la última fila al lado del pasillo, Ribera (“El Llaga) y Cabrera (“El Comodín”), delante, y Ardanuy (“El Farras”) y Ortega, más cerca de la primera línea. Al otro lado, y también atrás, estaban Pujalte y Matías, delante Izquierdo y Hernández, y ya casi viendo al profesor Dositeo y Palacios. Y así seguía como si nada. ¡¡Que memoria¡¡
En las aulas del Balmes “metimos” muchas horas. Sus amplios ventanales nos permitían ver la extensa calle que pasaba por detrás del colegio, mientras que en el pasillo unas grandes cristaleras asomaban al jardín interior donde tanto paseamos. ¡¡Que clase¡¡ y ¡¡Que clases¡¡ ¡¡Ay, si los pupitres hablaran¡¡ Pero mejor hacelo de nuestros profesores que es de lo que se trata.
Jardines interiores del Colegio Jaime Balmes. Al fondo, tras las cristaleras y el pasillo, las aulas de estudio
Recuerdo como si estuviera allí ahora mismo a Gonzalo Ferreró, “El Twist”. Nos daba clases de Matemáticas y también de Estadística. Ese apodo se lo pusimos por su forma de andar, muy “suya”, con contorsiones a cada paso, parecía ir bailando el twist, baile de moda, junto con el rock, de aquellos nuestros viejos tiempos. Aunque como ya dije en mi primer post, el baile que más éxito tuvo entre nosotros, por lo mucho que practicamos en los dormitorios, fue la yenka: “….1,2,3, izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, hacia atrás, 1,2, 3…”. Ferreró tenía un bigote a lo cepillo, una cabeza muy redonda y un pelo que alisaba con la mano cada poco porque le traía loco. Siempre estaba dando saltos y pequeños meneos, se movía sin parar. ¡¡Era el Twist¡¡. Tenía su lado simpático, y le gustaba mucho repetir una frase que enseguida se hizo famosa entre nosotros: “Oye, oye, Yeti, ¿a ti por qué te llaman Sala?” Fue protagonista de una curiosa anécdota, por no llamarlo de otra manera, cuando tuvo la “genial” idea de poner un examen trimestral el mismo día de Nochebuena, con lo que la mayoría de afectados, y más los de provincias lejanas, no podrían llegar a tiempo para cenar ese día con sus familias. Se montó una buena, incluso se pidió al Rector el cambio de fecha, pero ni por esas. El “Twist”, ni corto ni perezoso, se presentó, repartió el examen con las preguntas y problemas, y se quedó esperando. De pronto, como ya habían acordado antes, se encontró con que todos sus alumnos se cruzaban de brazos y, sin mover un solo músculo, le miraban fijamente. Fueron tan duras las miradas que salió a toda prisa corriendo y gritando: “¡¡¡esto es un conato!!!, ¡¡¡esto es un conato!!! Y así llegó hasta la oficina del Director del Colegio. Se armó un lío tan grande que al final dejaron marchar a todos de vacaciones. La desbandada fue completa y muchos no tuvieron más remedio que hacer autostop para llegar a sus casas. A aquellas horas y en esas fechas la posibilidad de trenes u otros medios no era fácil, más de uno lo pasó muy mal porque veía que no llegaría a tiempo. Por fortuna nuestra clase no estaba metida en el ajo y apenas nos enteramos del “follón”.
Victoriano Martín Urquizu, profesor de Higiene y Seguridad en el Trabajo. El año 1978 fue elegido Rector. Fotograma extraído de una cinta de vídeo.
Electrotecnia era una asignatura importante en nuestra carrera. Menos mal que José Juancomartí, con su experiencia en Talleres, puso mucho de su parte para hacer menos complicados los tomos de Morillo y Farfán, muy completos, un poco farragosos de explicar, pero no muy atractivos para el estudio. Su buen carácter y mejor hacer, sus apuntes sencillos sobre el diagrama del transformador y otros temas complicados, sus tablas y fórmulas para los ejercicios prácticos, hacían mucho más amenas las clases.
El comandante Eguía, con su uniforme inmaculado, voz grave, serio, sin mover un músculo, y sus frases de ingenio para cualquier situación, hacían del Inglés todo un divertimento. Como no acordarse de “Mr. Green, Mr. Brown and Tommy“, los personajes del “Mangold”, nuestro texto que nunca terminamos. Por nuestra poca atención y peor pronunciación siempre repetía la lección más de una vez. Su frase preferida en estos casos, y lo hacía de continuo, era “Borricot elevado al pozal”. Y eso que eran los primeros años en que las “suecas” empezaban a “animar” Salou, no muy lejano en nuestros paseos por la playa y donde los conocimientos de inglés eran muy apreciados. ¡¡Pero ni por esas¡¡ ¡¡Íbamos buscando “pescado” y nunca pasamos de un buen baño¡¡. A los que tardaban en contestar a sus preguntas les solía soltar una de sus puyas favoritas: “Te ha costado parir catorce meses como a las burras”. Menos mal que en los exámenes se hacía el despistado y el copiar era muy fácil. Algunos copiaban tan mal, que: ¡¡hasta se equivocaban de lección en lo que había preguntado¡¡
El Sr. Ros, profesor de Mecánica
“El Tormo” o el Sr. Ros, dos nombres para un mismo personaje, era nuestro profesor de Mecánica. Le conocíamos más por el nombre del autor del libro que por el suyo propio. Muy buena persona, químico, regordete y con bigote, explicaba lo que hiciera falta. Sus clases era una democracia avanzada y bien que nos aprovechábamos. Valía casi todo. Como cuando un “cachondo”, no se puede llamar de otra manera, expuso el “teorema del punto gordo”. Para los que no lo recuerden era aquel que decía: “Si por un punto pequeño pasan infinitas rectas, por uno gordo pasan muchas más”. Lo acogió, sin más, con una sonrisa. ¡¡Así era “El Tormo”¡¡.
También teníamos algunas asignaturas “rollo” pero no había más remedio que estudiarlas. Como aquella de Derecho del Trabajo que daba Fernando Urzaiz (+), con su puro, su cara de bonachón, un poco grueso, y siempre con la sonrisa puesta. Muy apreciado por todos, procuraba hacernos lo más agradable posible todo lo relacionado con artículos y leyes. Figura reconocida en todo lo relacionado con el derecho laboral le fue concedida años más tarde la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.
Una personalidad notable que también tenía una asignatura que se las traía, Higiene y Seguridad en el Trabajo, era Victoriano Martín Urquizu. Con su gran bigote negro, siempre parlanchín, presumía con razón de ser una persona hecha a si misma. Con él aprendimos la etimología de las enfermedades del trabajo, sobre todo las que acababan en “sis” como la carbonosis, la silicosis, la estomatitis, …aunque también había otras que no cumplían la regla, como la astenia, y nos costaban bastante más, salvo excepciones. Aún le recuerdo asistiendo a la fiesta que todos los años celebrábamos los asturianos con motivo del día de Covadonga, “La Santina”, donde siempre era uno de los grandes animadores. Extrovertido, su carácter contagiaba. Más tarde, le nombraron Rector en las primeras elecciones democráticas celebradas en el año 1978.
Fernando Urzaiz, profesor de Derecho. Fotograma extraído de una cinta de vídeo.
¡¡Que fácil nos hizo Castro la Geometría Descriptiva¡¡. Solo a algunos, porque no todos pensaban lo mismo, y no por el profesor. Una asignatura que muchos veían con gran prevención por su dificultad, pero que con sus apuntes, que nos dictaba, se veían las involuciones y otras formas geométricas de manera más sencilla. Serio, muy profesional, tenía su retranca aunque lo disimulase.
Palau , “El Baby”: ¡¡que personaje¡¡ Casi de nuestra edad nos explicaba la Hidráulica. Al principio lo pasó muy mal porque no le hacíamos mucho caso, pero enseguida cogió las riendas y se hizo respetar. Consiguió tener tan buena relación con el catedrático que nos tenía que hacer el examen oficial que la aprobamos muy fácil. Y eso que el “golpe de ariete” no siempre se nos dio bien. En el partido de futbol que celebramos en el campo del Nastic de Tarragona para festejar el Paso del Ecuador jugó de portero en nuestro equipo. ¡¡Siempre fue uno más de nosotros, sobre todo por la edad¡¡ Como le contó a más de uno, algún lío se montó con las demostraciones de sistemas de ecuaciones diferenciales. También confesó que había salido bien sus primeras experiencias con nosotros gracias a preparar a tope por las noches las clases del día siguiente. ¡¡Los comienzos son difíciles, pero tienen solución si uno se lo propone¡¡ Y ese fue su caso y nosotros encantados.
Que decir de la Electrónica. Tuvimos la gran suerte de contar con un pequeño gran genio: José Valls Miró. Un profesor muy joven que en aquel aula especial, de pendiente pronunciada, nos dio muchas lecciones magistrales. Casualidad o no, era el mismo aula que Geometría Descriptiva y los dos profesores se parecían en una cosa: ¡¡Hacían muy fácil explicar lo difícil¡¡ Aquellos sencillos apuntes elaborados por ellos mismos tuvieron mucho que ver.
Fernando Martinez-Bretón, a la izquierda, profesor de Materiales. Más tarde fue nombrado Rector. Está acompañado de Raimundo Lozano, Educador, a la derecha, y dos compañeros de promoción. Fotograma extraído de una cinta de vídeo.
Otro de nuestros profesores fue Fernando Martínez-Bretón, con bigote (en aquella época era muy frecuente), calvo y de frente “despejada”. Resistencia de Materiales su asignatura. Como no recordarle “machacando” en cada exposición el diagrama hierro-carbono, muy interesante y algo trabajoso de entender. En el año 1967, cuando ya nos habíamos ido en busca de nuestro futuro, fue nombrado también Rector. Y así siguió hasta el año 1977.
Como no quiero extenderme mucho más, porque espero hacer una segunda entrega, voy a citar solo de pasada a algunos profesores más; unos nos dieron clase a todos, otros solo a un aula y no a las dos, B1 y B2, que formábamos el curso, y otros, como en Música, solo a unos pocos, aquellos que pertenecían a las agrupaciones corales. De todos conocíamos sus andanzas o nos las habían contado, así que como un pequeño avance demos algún detalle.
En Dibujo estaba Fernando Boiset, simpático y con dotes de artista. Un excelente pintor, quizás por su paso por Bellas Artes. También David Corbella, más técnico, que ejercía con maestría, seguro que por sus orígenes. Con ellos mejoramos nuestra “técnica” para no emborronar con tinta china el papel, afilar el tiralíneas, buscarle una mejor posición, y sobre todo, lo más importante, aprendimos la base del dibujo industrial. También estaba LaureanoFernández Mesa, al que alguien le puso “La Foca”, y sus clases de Formación del Espíritu Nacional. Una anécdota muy sabrosa ocurrió cuando durante una batalla dialéctica con un compañero, éste le dijo “… si José Antonio levantara la cabeza les fusilaba a todos ustedes…”. Menos mal que la cosa no fue a más. ¡¡Eran otros años y otras ideas¡¡. Mencionar por último a Raúl Font. Le recuerdo bien, alto y delgado, aunque no con claridad su asignatura, era técnica, quizás Electricidad.
Vista exterior de los Talleres con sus clásicas naves en diente de sierra
Una parte de nuestra formación práctica la hacíamos en los Talleres, nombre que puede sonar rimbombante pero que una vez vistos eran lo más parecido a una fábrica. Estaban en unas grandes naves, independientes, de techos muy altos, en diente de sierra, con sus cristaleras y grandes lucernarios, diáfanos, para permitir el paso de la luz solar. Llenos de maquinaria y otros accesorios, cada uno se movía en ellos según su especialidad. Tenían un gran pasillo, elevado sobre el suelo en forma de balcón, a todo lo largo, que servía para “otear” el horizonte y ver quien trabajaba y quien no. También para las visitas. Muchos circuitos y portalámparas se montaron en sus tableros de aglomerado con aquel cable de algodón y pequeños aisladores de porcelana. ¡¡Cuantos circuitos de conmutación vieron la luz, y nunca mejor dicho¡¡ Eran los dominios de Juancomarti, Butet, un verdadero sabio, muy serio menos con sus alumnos que sabía como tratarlos, y algunos más. Se hacía de todo: radio, TV, voltímetros, máquinas de soldar, células solares, circuitos, ….. ¡¡Una gran fábrica¡¡
Una pequeña mención para aquellos profesores de actividades lúdicas, como la Música. Tenían sus clases en las aulas especiales del recinto central, feudo de José Antonio Calvo, pequeño, inquieto, haciendo siempre muecas y extraños movimientos de cabeza, pero que tocaba el piano divinamente; y sobre todo del entrañable Francisco Tous, con su “hosti, hosti, hosti”, simpático, un poco pícaro, lleno de sensibilidad artística, músico hasta la médula y alma mater del Ochote.
Eduardo Tous, profesor de Música, en una de sus actuaciones con el Ochote
Un recuerdo también para los profesores de Religión. Unos nos dieron clase y otros no, pero a los que veíamos a menudo en los largos paseos fuera de nuestras horas de clase. A los padres Merino, Virgili, Sampere y Laco, algunos de ellos muy activos en nuestras fiestas del Paso del Ecuador.
Dejo para el final a una parte muy importante en nuestra convivencia diaria: los Educadores. A diferencia del resto de las Universidades Laborales, en aquellos años la de Tarragona estaba gestionada por seglares. Convivían con nosotros durante gran parte del día y algunos tenían su residencia en el mismo colegio.
Virginio Olivares , más conocido por “El Adonis” o “El Guapo”, era el responsable del aula B1. Vestía con elegancia, siempre moreno, con su voz de actor de teatro. Persona cercana en las distancias cortas, casi siempre exigía una actitud de respeto que lo solía alejar un poco. Muy integrado en las actividades extraescolares, destacaba sobre todo en la organización de representaciones teatrales en las que solía ejercer de director de escena. Fue uno de los impulsores del TEU de Tarragona integrado en su mayoría por el cuadro artístico de nuestro Colegio Jaime Balmes. Dirigió obras como “Proceso a Jesús”, “El divino impaciente”, “En la red” y muchas otras. Era también un buen poeta y llegó a publicar varios libros años más tarde.
3ª Promoción de Peritos Industriales Eléctricos. Aula B2
José Rodríguez, “Pepe” , fue el educador del aula B2 en los últimos años. Muy
joven, casi de nuestra edad, enseguida se integró con todos. Vivía en nuestro propio Colegio e impulsó muchas de sus actividades. Su habitación siempre estaba concurrida, a veces con veladas algo “sonoras” y otras no tanto. Hasta hace poco tiempo fue el alcalde de La Carolina (Jaén), cargo en el que estuvo bastantes años. Raimundo Lozano (+), fue otro gran educador, muy buena persona y gran amigo de muchos de sus alumnos una vez que acabaron los estudios. Estuvo en las fiestas del Paso del Ecuador recordando los tiempos de su convivencia y apoyo.
Antes de terminar, un recuerdo final para el Rector de aquellos primeros años: Alejandro Sanvisens Marfull (+), del que luego me enteré tuvo dificultades al marcharse de la Universidad. Sin embargo, por fortuna al poco tiempo retomó su carrera fulgurante llegando a ser Decano de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Barcelona y uno los pensadores más reconocido en temas educativos.
Fiestas del Paso del Ecuador. En primer plano, con abrigo de espigas, Alejandro Sanvisens, Rector de la Universidad aquellos años. Detrás, Raimundo Lozano, y un poco más atrás, también con abrigo, Pepe Rodríguez, ambos Educadores.
Aquí termina esta pequeña semblanza de unos profesores y educadores que en gran medida ayudaron a forjar nuestro carácter. Hace algunos años, casi todos los que formamos parte de aquella 3ª Promoción de Peritos Industriales Eléctricos, y bastantes de nuestros profesores y educadores, nos vimos de nuevo en nuestra querida Universidad Laboral con motivo de la celebración de nuestras Bodas de Plata. ¡¡Que bueno resultó comprobar que la ilusión por aquellos viejos tiempos no había desaparecido. Se mantenía intacta¡¡
Ya finalizada la carrera, algunos compañeros, muy pocos, nos volvimos a encontrar en Alcalá de Henares y en Madrid, donde nos habían destinado para proseguir los estudios de Ingeniero Industrial. Pero eso forma parte de otra historia.
Hola:
ResponderEliminarSoy Manuel Cabrera Gombau "El Comodin", mi hija me ha hecho llegar el correo que le has mandado, pero cuando le he dicho que podía mandarte mi cuenta de correo, ella ya había borrado el mensaje.
No se si te llegara este comentario pero por si acaso mi cuenta es gocama66@gmail.com
Es impresionante el cariño con el q describes a todoS...espero poder expresartelo en algún momento más sereno.
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarsoy Fernando Palacio, ex-alumno de la ULT,
Le felicito por este, su emotivo recuerdo de aquellos tiempos.
¿Es también el autor del blog "El trastero de
Palacio?