domingo, 10 de abril de 2011

Reinosa, el pantano del Ebro y el pinar de Corconte

Una zona muy frecuentada en verano por los reinosanos es la que bordea al pantano del Ebro por la variante opuesta a la ruta a la playa de Arija. Esta nueva ruta, al igual que la de la ribera sur antes citada, permite visitar el interesante arte románico de la zona, practicar deportes acuáticos, darse un baño en el pantano y disfrutar de una buena comida en el pinar de Corconte, lugar idílico para terminar el recorrido y dedicarse al merecido descanso.


Reinosa tiene muchos alicientes en sus alrededores que con buen clima, lo que no siempre sucede, los hace muy atractivos. El pantano del Ebro siempre ha sido un lugar turístico no explotado con regularidad; es una pena porque reúne todos los ingredientes para pasar un día muy agradable, y más si el tiempo acompaña. Como todo va por modas o por años, hay épocas en las que esta zona tiene una gran afluencia de gente y suelen coincidir con fuertes campañas de promoción del windsurf y la vela en general. De gran tirón para gentes venidas de otros lugares como El País Vasco, Burgos, Palencia y León, saben que pueden disponer de un viento que no falla casi nunca durante los meses de mayo a agosto, un viento que procedente de San Vicente de la Barquera se encañona por el valle y entra directo al pantano. Suele aparecer al mediodía y dura hasta la caída del sol.

Práctica del windsurf en el pantano del Ebro

El recorrido por el que nos vamos adentrar está formado por pueblos muy pequeños y típicos con muestras de arte románico en casi todos ellos, que añadido a la belleza del embalse con su reserva de aves acuáticas, especialmente en la época migratoria, y las manadas de caballos y ganado vacuno pastando por sus orillas, configuran un bonito panorama a lo largo de toda la ruta.


Al pantano del Ebro también se le conoce por el mar interior de Cantabria, y más cuando hace años las comunicaciones no eran tan buenas como ahora y la gente del interior en vez de ir a las playas de Santander prefería pasar una jornada disfrutando de su entorno. Su ribera norte arranca muy cerca del pueblo de Requejo. Situado a la salida de Reinosa y a poco más de 5 kilómetros del nacimiento del río Ebro en Fontibre, merece la pena hacer una pequeña parada y visitar su iglesia de San Pedro del siglo XVII. Es también muy conocido en toda Cantabria por su Ronda “La Esperanza”, conjunto de mozos que cantan canciones campurrianas sin instrumentos y que han llevado su arte por muchos otros sitios, entre ellos Méjico y el Vaticano.

A sólo 6 Km. de Reinosa se encuentra el pueblo siguiente, Orzales, punto de reunión habitual de todos los aficionados a la vela; es muy normal ver sus acampadas por las explanadas de las orillas del embalse con todos sus artilugios desplegados al viento formando una gran hilera. Existe también una zona de baño que suele estar muy concurrida por la comodidad de acceder con el propio vehículo hasta casi la orilla y su corta distancia de Reinosa. En Orzales es muy famoso en toda la comarca su pan elaborado de forma artesana.



Ermita de la Virgen de las Nieves

De nuevo en ruta, al poco tiempo llegamos a Monegro. Si nos desviamos por un pequeño camino lateral de no más de 2 Km. de largo podemos ver a ambos lados un especial Vía Crucis formado por 14 mojones con azulejos de cerámica en el que se encuentran representados todos los pueblos del municipio. Al final del camino llegamos a la entrada del templo de la ermita de “La Virgen Las Nieves”, una parada obligada. La ermita, situada en una pequeña altura, ofrece unas vistas magníficas de todo el pantano y los pueblos de la zona.


Saliendo de Monegro, y volviendo a la carretera principal, seguimos nuestra ruta para antes de llegar a La Costana coger una pequeña bifurcación a la derecha que nos llevará a las aldeas de Villasuso y Bustamante; en esta última podemos visitar la famosa “Torre de los Bustamante”, la torre más alta de todas las de Cantabria. De la época medieval, a su lado tiene adosadas una serie de construcciones del siglo XV y también una pequeña iglesia.


Torre de los Bustamante. Al lado una pequeña iglesia

Dejamos La Costana y poco antes de llegar a La Población volvemos a tomar otro pequeño desvío hasta el pueblo de Lanchares. Conocido por sus paisajes y el frondoso bosque de robles que lo circunda, también destaca por su iglesia del siglo XVII y la llamada “Casa de los Arcos”, que según las leyendas del lugar perteneció a la Inquisición.


Salimos de nuevo y entramos al poco en La Población, un sitio obligado para una nueva parada, reponer fuerzas y tomar un buen aperitivo en “El Carloto”, mesón que da fama a la localidad. La calidad de los productos de la “matanza” y el vino típico de la zona ayudan a reemprender el camino con más energía. En La Población está ubicado el Centro Ornitológico con más de 70 especies de aves acuáticas en su entorno. Ofrece visitas guiadas por los alrededores del embalse, una de ellas a la laguna de Lanchares donde se construyó una pequeña presa para regular el agua y anidan especies singulares como el milano negro, el pato cuchara, el somormujo lavanco, la abubilla, la agachadiza común, el ánade real y la cigüeña común. También se acercan la garza real, el cormorán grande, el zampullín colorado, la gaviota reidora o el martín pescador. El embalse del Ebro fue declarado Refugio Nacional de Aves Acuáticas en 1987.

A muy pocos kilómetros de La Población se encuentra nuestro destino final: Corconte. A solo 24 Km. de Reinosa, y después de una ruta entretenida, nos espera un baño relajante, una deseada comida y una buena siesta, siempre apetece terminar en brazos de Morfeo mientras el ruido de los pájaros y los esquilones de los caballos y vacas nos sumergen en un oasis de paz y tranquilidad. Corconte tiene el aliciente de su pinar situado a la entrada del pueblo. Con su fuente, merenderos y área de descanso, unido a la arena fina que se extiende junto al embalse, invitan a disfrutar del ocio y los deportes durante el resto del día.


Pinar de Corconte a la orilla del pantano

Luego, si nos apetece, podemos visitar el pueblo, muy conocido por las aguas termales de su famoso Balneario que pronto cumplirá cien añoso, muy beneficiosas para los problemas de riñón, reuma y diabetes. Cuenta la tradición que un pastor de Reinosa que poseía un caballo al que tenía gran cariño decidió dejarle en libertad sus últimos días por los pastos de la zona porque ya estaba muy viejo. Su gran sorpresa fue ver a su caballo al cabo de poco tiempo con un aspecto muy lozano. Buscando la causa de aquella sorprendente recuperación averiguó que bebía las aguas de un manantial, al cual se atribuyeron tales propiedades regenerativas de manera casi milagrosa. Y es allí en esos manantiales donde se ubicó el Balneario.



Vista general del pantano con nieve en los alrededores

El calor de julio nos pide agua y la mejor respuesta la tiene el río Ebro que al poco de atravesar Reinosa remansa su caudal en un gran pantano. Muy frecuentado, permite a los lugareños y sus muchos visitantes organizar su tiempo libre en torno a unas vistas espectaculares y la práctica de los deportes acuáticos. El pantano del Ebro, uno de los más grandes de España, sino el que más, conforma un paisaje muy singular con sus aguas rodeadas de altas montañas, inmensas praderas verdes y a veces brumas que encierran una belleza melancólica y han dado paso a un refrán muy conocido por toda la comarca: Mañana de niebla, tarde de paseo.