Reinosa, cuando llega el verano, tiene rutas cercanas muy atractivas para el esparcimiento y disfrute del tiempo libre. Si además se quiere tomar un baño refrescante, el pantano del Ebro y el río Hijar son dos alternativas interesantes. En nuestro post “El verano en Reinosa. Desde Villacantid a Riaño” hablamos de las bondades de algunos lugares por los que pasa el río Hijar. Hoy, cambiaremos de dirección y nos iremos por la ruta que bordea al pantano del Ebro hasta llegar a la playa de Arija.
Aparte de Santander y su playa de “El Sardinero”, que suele ser siempre la más visitada, tanto la playa de Arija, como la de Aguilar de Campoo, han sido lugares muy frecuentados por las gentes de Reinosa. Su cercanía y la belleza de los parajes a lo largo de su recorrido merecen una breve exposición.
Arija es un pueblo muy conocido por sus arenales que, a las orillas del pantano del Ebro, forman playas espléndidas de arena fina y blanca muy visitadas en verano. Se encuentra a 20 Km. de Reinosa y la corta distancia es un aliciente para programar una tarde de paseo por una ruta que ofrece lugares muy interesantes. Aparte de su playa natural, Arija tiene otros complementos para divertimento de jóvenes y mayores, entre ellos: la práctica deportiva de actividades acuáticas como el windsurf, vela, o piragüismo, la pesca, senderismo, bici de montaña, etc. Además, a la misma orilla del pantano nos podemos encontrar con cigüeñas blancas, patos, garzas y otras especies, conviviendo en un ecosistema que está declarado Reserva Nacional de Aves Acuáticas.
La historia reciente de Arija está muy ligada a la fábrica de “Cristalería Española” instalada en el año 1.906 y verdadero impulsor de la comarca durante muchos años. Mucha gente no sabe que fue en Arija donde el grupo francés Saint-Gobain, uno de los fabricantes de vidrio más importantes del mundo, construyó su primera fábrica en España, llegando a tener más de 1.000 personas en plantilla. El pueblo gozó de una época de gran esplendor económico y social con mucha gente venida de otros lugares que se incorporaron con rapidez a la vida y costumbres de la zona. Por desgracia, la fábrica cerró sus puertas en el año 1953, cuando parte de sus instalaciones quedaron bajo las aguas del recién construido pantano del Ebro, provocando un éxodo masivo de trabajadores a otras factorías del grupo. La mayoría se trasladó a su nueva fábrica en Avilés, en especial las personas que ocupaban puestos y misiones de cierta responsabilidad o eran especialistas en técnicas vidrieras. En la actualidad su población ha disminuido mucho y ronda los 500 habitantes.
El camino más corto para llegar a Arija desde Reinosa es el que bordea el pantano del Ebro, pasando por Bolmir, Arroyo, Las Rozas de Valdearroyo, Bimón y otros pueblos muy bonitos situados a lo largo del camino, de los que a continuación daremos unas pequeñas pinceladas.
Al poco de salir de Reinosa, una vez pasado Bolmir, en su primera desviación a la derecha, se encuentra Retortillo, lugar en el que es necesario hacer un alto en el camino para visitar las ruinas de Julióbriga, el asentamiento romano más importante de toda Cantabria.
Las excavaciones de este importante yacimiento solo han sacado a la luz un cinco por ciento de lo que fue una ciudad de al menos 20 hectáreas y que se supone llegó a tener más de diez mil habitantes. El propio pueblo de Retortillo está asentado sobre las ruinas, e incluso su iglesia románica de Santa María se levantó en el siglo XII sobre lo que debió ser el edificio de un foro romano, en el centro de la ciudad. Existen tres zonas principales, pero quizás la más importante sea la llamada “La Llanuca”, ubicada al poco de pasar la iglesia y donde se pueden contemplar seis pilastras pertenecientes a una casa de la nobleza con varias habitaciones. Al lado, se encuentra otra casa similar, ambas con un patio central, y recorridas por una calle porticada que pudo haber sido la vía principal de tránsito. Los restos de esta ciudad de Julióbriga fueron declarados Bien de Interés Cultural en 1985.
Los habitantes de Retortillo suelen tener a gala citar a Corocotta, un valiente caudillo de los pueblos cántabros que, refugiados en las montañas, opusieron gran resistencia a la invasión romana. Según la tradición, el emperador Augusto ofreció 200.000 sestercios por la entrega de Corocotta quien, haciendo honor a su valentía, se presentó ante el él exigiendo para sí la recompensa. Cuentan que Augusto, sorprendido, le entregó el dinero y le dejó marchar en libertad. Actualmente, la figura de Corocotta es uno de los símbolos culturales y turísticos de Cantabria. En muchos pueblos se pueden encontrar colgantes y recuerdos del caudillo cántabro y su venta suele ir acompañada de una pequeña leyenda escrita acerca de su historia y su fiero carácter y destreza con las armas.
Reanudamos la marcha y, a mitad del recorrido, nos encontramos con otra parada obligada en el municipio de Las Rozas de Valdearroyo. En el pueblo de Arroyo, podemos ver la presa del embalse, verdadera obra de ingeniería construida en el año 1952, y un poco más adelante sobresale en medio de las aguas del pantano, de forma sorprendente, la torre de la iglesia de Villanueva.
Durante la construcción del pantano del Ebro siete pueblos quedaron anegados por las aguas, varios pertenecientes a este municipio. Emergiendo de uno ellos, aparece una de las estampas más conocidas y verdadero emblema de la zona: la torre de la antigua iglesia de Villanueva. También conocida como “La Catedral de los Peces”, tiene tres alturas con forma octogonal y está construida con piedra de sillería. Por una pasarela de madera que hace de puente se puede llegar a su interior y a través de una escalinata acceder hasta el campanario, lo único que aún queda en pie y que se ha convertido en un perfecto mirador y admirador de todo el pantano. En ocasiones, en épocas de gran sequía, cuando el nivel de las aguas está muy bajo, se puede ver o imaginar lo que en su día fue una verdadera obra de arte.
En ruta de nuevo, y con ganas de llegar a nuestro destino, ponemos rumbo a Arija, final del viaje, no sin antes contemplar las hermosas vistas que el monte Hijedo nos ofrece desde el coche, uno de los más extensos bosques de Cantabria, ideal para practicar bici de montaña o senderismo por un entorno maravilloso. Ya en Arija nos espera la playa y un baño más que merecido, y si se tienen niños pequeños, el lugar perfecto para desconectar y disfrutar de una buena tarde con el sol y el agua de fieles compañeros.
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